miércoles, 29 de septiembre de 2010

No puedo negarme a mi naturaleza

 

- …Te lo dije, era más fuerte que yo.

Lo decía con ironía, rozando el sadismo.

- ¿PERO QUÉ COÑO ESTÁS DICIENDO? ¿ACABAS DE ASESINAR A 50 PERSONAS Y ERES CAPAZ DE ESTAR DELANTE DE MÍ COMO SI NADA?

Ella estaba histérica, su asco hacia la persona que antes consideraba un amigo aumentaba con la tensión de la conversación.

- Jajajaja…fueron 52 de hecho, el Sr y la Sra O’Malley tuvieron un infarto cuando me vieron cubierto de sangre.

Su humanidad se hacía cada vez más pequeña, tanto que consideraba que el único lazo que le quedaba era su amiga de la infancia.

- ¿Cómo puede ser posible? Crecimos juntos, pasamos por tantas cosas a las que supimos hacer frente y pudimos disfrutar después de todo ello…¿por qué cuando todo iba tan bien tú tenías que estropearlo todo?

Desconocía totalmente a la persona que estaba frente a ella, no podía ser él, ese no podía ser su amigo Víctor, no la forma en la que ella lo recordaba…

- ¿Recuerdas una vez cuando te hablé sobre un hombre que me susurraba en mis sueños? ¿Recuerdas que te dije todo lo que me había hecho observar y cómo su voz pasó a estar constantemente en mi cabeza? Ayer volvió a mis sueños y entendí una cosa, su voz y la mía eran idénticas. Todo este tiempo que había pasado reteniéndolo no ha servido de nada, porque en sólo unas horas ha liberado lo que había en mí, he liberado la bestia que guardaba dentro, y es por eso que estoy aquí.

- ¿Qué pretendes ahora?

- Quiero despedirme de tí, quiero que sepas que no me arrepiento de lo que hice.

- Si te quedas aquí te atraparán.

Las palabras de su amigo la habían llevado a una encrucijada, en la que decidió borrar lo sucedido en las últimas horas, pero también decidió dejar de pensar en él. Decidió que sólo recordaría lo bueno que había en él.

- No pienso irme lejos.

Y en ese momento, se apuñaló el pecho y cayó desplomado. Laura salió del porche al encuentro de su amigo, cuya vida se consumía por segundos.

- Gracias por haber cuidado de mí…

Y con sus últimas fuerzas, la besó.

- Siempre supe que tenías un sabor delicioso…

Esas fueron sus últimas palabras, su último suspiro estaba dedicado a ella…y entonces lo recordó. Recordó cómo había sido su cara los últimos diez años, una expresión seria forzada que intentaba esconder algo, recordó sus conversaciones sobre las voces atormentadoras y sobre sus deseos de callarla, hasta que lo vio. En la cara de Víctor ya no había una expresión seria, sino que éste sonreía, y lo hacía de una manera especial, como en el día que se conocieron, como cuando eran niños. Cerró sus ojos y por fin lo vio libre de la bestia.

No hay comentarios: