sábado, 16 de abril de 2011

Un, dos, fuego.

 

Mírala, mírala como si nunca antes hubieses mirado algo, como si fuese la primera vez que tus ojos tienen contacto con la realidad.

Observa su cuerpo, su figura, observa cómo se contonea con cada movimiento y al final de cada suspiro recobra la compostura con tanta delicadeza y precisión que te parecerá imposible que pueda siquiera ser imaginable.

Vamos, es hora de que comiences a darte cuenta de que algo así está muy por encima de tus posibilidades, simplemente es algo que nunca podrás tener, la ambrosía de los dioses, las manzanas del Edén…

…No, es incluso más incomprensible, así que no trates de entenderlo, ya sabes, déjate llevar, es así de simple.

Vaya, parece que ya lo has hecho, ¿ves lo que te decía? No intentes probar más juegos, es como juntar el agua, con el fuego. Naturalmente, enemistados.

Vamos, ¿a qué estás esperando? ella está en la barra de un bar aguardando por cuatro segundos de sobriedad en ese ambiente embriagante y tu sólo te dedicas a contar a las personas que van saliendo y entrando desde la otra esquina del local.

Que los tiempos de príncipes azules se han acabado, ¡ENTÉRATE! Nunca han existido para otra cosa que no fuese establecer cuentos en jóvenes mentes. Ahora bien, que ni tú eres un ángel ni eres un demonio, así que ve a por ella, tigre, y cuéntame qué tal van tus heridas, que en peso y en exceso siempre tiende el sexo a ser más salvaje.

Una cosa más, campeón, que no se te pase por la cabeza pensar, ni un sólo segundo…y ahora termina de encenderte de una vez ese puto cigarro y vete a hablar con ella, que ya me estás poniendo nervioso.